¿Qué gusto tiene la sal? “¡Salado!”, contestaría Carlitos Balá, y tantos otros de nosotros. Pero venimos a desmentir este y otros dichos relacionados a la sal, su consumo y sus males.
Es cierto que desterrarla por completo de nuestro hogar sería la solución más eficiente, pero hay que admitir que una pizca de sal al cocinar es casi necesaria. La idea no es odiar la sal de ahora en más, sino hacer conciencia de todos los efectos que provoca en nuestra salud y así saber qué hacer al respecto.
“El cloro y el sodio son minerales esenciales para múltiples funciones vitales de nuestro organismo pero, como todo en exceso, especialmente el último, pasan a ser nocivos”, explica el Dr. Miguel Carlos Sangiovanni, especialista en Hipertensión Arterial y Mecánica Vascular de DIM Centros de Salud. Ambos minerales juntos conforman la sal conocida como ‘Cloruro de Sodio’ que da ese gustito ‘salado’ a las comidas. Primer mito desmentido: la sal marina (y derivados) no es ‘mejor’ que la refinada por el simple hecho de que sea ‘natural’; cualquiera sea el origen de la sal, es el sodio el causante de problemas de salud.

Aunque, técnicamente, “el sodio de manera aislada carece en absoluto de sabor y aroma”, continúa el especialista. Segundo mito desmentido: no toda comida rica en sal será ‘salada’; a veces se les añade otros ingredientes, como azúcares, para disimular el sabor. Sí, no solo reducir el uso del salero, sino también de los alimentos procesados que usan el sodio por su propiedad de conservación. Incluso más del 70% de la ingesta de sodio proviene de estos alimentos envasados, como panificados, embutidos, enlatados, quesos, caldos y congelados, por nombrar algunos. Por esto es importante poder leer y comprender las etiquetas para conocer el contenido en sodio de los alimentos y tener en mente cuánto estamos consumiendo.
La importancia de suprimir la sal de nuestra dieta recae en los peligros de presión arterial y enfermedades cardiovasculares que puede provocar. ¿Sabías que la Argentina es uno de los países con más consumo de sal en Latinoamérica? Mientras que la Organización Mundial de la Salud sugiere un consumo menor a 5 gramos diarios de sal (menos de una cucharadita de té), los argentinos ingerimos entre 10 y 12 gramos por día, ¡más que el doble! Si logramos reducir la ingesta de sal, más de 6.000 muertes por año podrían prevenirse por enfermedades asociadas a un alto consumo de sodio, como enfermedades cardiovasculares y ataques cerebrales, según datos de DIM.

La base de los pacientes hipertensos es la reducción del consumo de sal, además del tratamiento farmacológico, pero no solo ellos deben tomar conciencia de la ingesta de sal: el cambio de hábito debe ser generalizado. “Reducir la ingesta de sodio en general es la clave para todos ya que está comprobado que el exceso de su consumo por años predispone al inicio de la hipertensión arterial y aumenta el riesgo cardiovascular”, afirma el Dr. Sangiovanni. Otro mito desmentido: todos debemos preocuparnos por la cantidad de sal que consumimos, el exceso aumenta la tensión arterial a cualquier edad. Tanto para los jóvenes como para los adultos, la reducción del consumo de sal asegura un futuro prometedor y evita numerosas enfermedades.
Último mito desmentido: parecerá al principio que los alimentos sin sal ‘no tienen sabor’, pero las papilas gustativas se van habituando a la disminución de la sal y probablemente terminemos apreciando más alimentos su amplia gama de sabores. ¿Estás listo para hacer el cambio?
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