En el mes de San Valentin les compartimos una de las tantas experiencias en las que dejamos una huella en el corazón de nuestros consumidores. Somos mucho más que la mejor maquina de hacer pastas, somos Pastalinda.
Firmes siguen mis recuerdos en aquellos medio días de domingos rumbo a la casa de mis abuelos, las peleas con mi hermano en el asiento trasero del auto, mientras el sonido de la calle inundaba mis oídos junto al silencio tajante entre mis padres, el aroma a colonias frescas y nuestras mejores ropas para visitarlos y almorzar las pastas del domingo.
Así concurrían nuestros domingos de los años 80 rumbo a Jose Leon Suarez, donde éramos feliz sin saberlo, sin saber que estos olores, sonidos, miradas, sabores quedarían impregnados en todos nosotros para siempre.
Recuerdo llegar a la sencilla casa de mis abuelos , con ese rosedal tan bien cuidado en la entrada, piedra mal del plata en la fachada y un hermoso alero con una parra que en verano estaba repleto de uvas chinches color verde limón.
El blanco mantel con pequeñas flores recién planchado la marca arco iris estampada chiquito en un costado, una buena picada austera pero de excelente calidad unos buenos quesos duros y unos salamines deliciosos, pan casero, gaseosas, vino en jarra y soda formaban como cortejo para las mejores pastas de mi infancia.
El aroma a salsa casera flotaba por toda la casa.
Casi como un ritual mi abuela amasaba con sus delgadas manos y su Pastalinda, recuerdo que la cuidaba como un tesoro, con mi hermano no la podíamos tocar y la mirábamos de lejos, lo único que nos dejaban era colgar los fideos para descansar la masa.
La Pastalinda es mucho mas que una maquina de primera calidad para hacer pastas, es un sello, es un momento que dejo grabado en mi, los mejores recuerdos juntos a mis queridos abuelos los domingos de mi infancia concluyo una fiel consumidora.
Si bien la famosa máquina para hacer pastas desde nuestras casas siempre estuvo presente en la mesa familiar, el perfil bajo que la caracterizaba rompió sus propios paradigmas al renovarse.
De la tradicional Pastalinda roja nacieron nuevos colores que no sólo la actualizaron como herramienta útil para la cocina.
Sino que la posicionó como objeto de deseo: hoy todos quieren tener una Pastalinda de color rosa pastel, blanca, celeste o la clásica roja.
Johnathan Romero, quien dirige la empresa desde Argentina, nos deja saber que “La pasta es un alimento rico, nutritivo, fácil de preparar y le gusta todo el mundo. Es por eso que su consumo nunca disminuye en el mundo. La posibilidad de preparar pastas caseras, libres de conservantes y con el relleno preferido es el principal atractivo de nuestras máquinas. Desde que mi bisabuelo creó Pastalinda, los argentinos se enamoraron de su forma y de la ceremonia de prepararla y disfrutarla en la mesa del domingo».
«Tal es así que en prácticamente todos los hogares se encuentra una Pastalinda. Este orgullo nacional es lo que me impulsa a seguir creciendo e invirtiendo en la búsqueda de la mejora continua. Siempre llevando a la industria, orgullosamente argentina, al mundo, exportando a América, Europa y el resto del globo.”, concluyó Jonathan
SOBRE PASTALINDA
Fundada en 1950 en Las Heras, provincia de Buenos Aires, Pastalinda es una creación 100% argentina que ha lo largo de toda su historia ha producido más de 2 millones de máquinas para hacer pastas. Hoy cuenta con una fabricación de entre 40.000 y 50.000 unidades por año.
Con la participación de más de 100 empleados, Pastalinda exporta sus productos a Uruguay, Paraguay, Chile, Perú y Canadá y planea llegar pronto a Estados Unidos y Europa.
Actualmente, la compañía cuenta con un showroom en Palermo, diversos retails, bazares, tiendas de artículos para el hogar y en tiendas online como www.pastalinda.com.ar para comercializar sus productos.