A causa del calentamiento global, el congelamiento de la superficie del Ártico en invierno no llega a reparar los deshielos que sufre durante el verano.
El Ártico, esa gran capa fría de hielo que cubre el polo norte, podría desaparecer en los próximos 20 años. Esto es producto de la contaminación de los combustibles fósiles, y a causa de esto, ahora el Ártico es dos tercios más pequeño de lo que era 30 años atrás debido a su constante derretimiento. Si bien su superficie es variante todos los años, debido al cambio de estaciones, su eminente decrecimiento tras el deshielo de verano es inevitable. Según
científicos de la NASA, en el verano boreal de 2040 (21 de junio al 21 de septiembre) el Ártico va a estar completamente sin hielo.
Para muchos, un océano Ártico sin hielo podría suponer atajos para el transporte marítimo entre la costa del Pacífico de Asia y las costas atlánticas de Europa y las Américas, pero lejos de ser beneficioso, el completo deshielo del Ártico resulta alarmante, ya que va a producir efectos negativos a gran escala en el ecosistema.
La extensión máxima de hielo en el océano Ártico promediada entre 1981 y 2010 fue de 15,65 millones de kilómetros cuadrados, lo que equivale a casi seis veces la superficie de la Argentina (2,78 millones de kilómetros cuadrados). Pero la extensión máxima de hielo calculada en invierno del 2017 fue de apenas 1,22 millones de kilómetros cuadrados, lo que equivale a poco menos de media Argentina. Esta franja es conocida como “Última Área de Hielo del Ártico” (LIA, por sus siglas en inglés). La razón por la que todavía resiste la LIA es porque los vientos y las
corrientes oceánicas que van de Siberia hacia Canadá hacen que se apilen capas de hielo en ella, creando un bloque más duradero. A esto lo ayuda la presencia de un archipiélago canadiense que atrapa esa capa de hielo impidiendo que se filtre hacia el sur y se derrita en el Atlántico. Si no fuera por esto, el Ártico ya habría desaparecido hace unos años.
Sin embargo, cada año, la LIA va perdiendo superficie durante los veranos debido al calentamiento global. La mayor contribución humana al calentamiento global es la quema de combustibles fósiles, que genera aumento de la temperatura en el planeta. Para comprender cómo afecta en el Ártico y en el ecosistema en general, hay que saber cómo funciona el “efecto invernadero”. El efecto invernadero es la capacidad que tiene la atmósfera para contener el calor. Esto es posible gracias a que los gases presentes en la atmósfera son transparentes a la radiación solar, pero opacos a la radiación infrarroja emitida por la Tierra, de este modo se retiene el calor entre la atmósfera y la Tierra. De no ser por este fenómeno, la temperatura media de la tierra sería de -18 grados Celsius. Uno de los gases de la atmósfera que permiten el efecto invernadero es el dióxido de carbono (CO2), y el problema es que la quema de combustibles fósiles provoca una mayor emisión de CO2 de manera masiva, lo que causa un exceso de temperatura caliente que tiene como consecuencia los cambios climáticos no naturales. También es el principal efecto del calentamiento global y la razón por la cual el Ártico está en derretimiento constante. Es un proceso natural que la superficie del Ártico sufra pequeños deshielos en verano para luego volver a congelarse en épocas invernales, es un ciclo controlado por la misma naturaleza y beneficia al ecosistema del polo norte, pero el inconveniente llega con el calentamiento causado por la quema de combustibles fósiles que no solo intensifica el derretimiento del hielo del polo norte en las estaciones estivales, sino que también dificulta su recongelamiento en las invernales. El Ártico tal y como lo conocemos se está acercando a su extinción. El hielo en el Ártico actúa como un parasol, ya que refleja gran parte del calor del sol hacia el espacio, manteniendo el planeta fresco y equilibrado, y estabiliza los sistemas meteorológicos de los que dependemos para cultivar varios alimentos.
También forma capas frías de aire y agua que contribuyen a la temperatura global y distribuye mediante las corrientes oceánicas, y es un sumidero importante de carbono. Su derretimiento aceleraría el proceso del calentamiento global, ya que el planeta absorbería más la energía del sol causando un devastador efecto en todo el globo. Las temperaturas aumentarían gravemente, como también lo haría el nivel del mar, causando terribles inundaciones en los continentes cercanos. Además, recientemente se descubrió que en el hielo del Ártico hay gigantescas reservas de mercurio, un total de 15 millones de galones, cantidad que supera dos veces a lo que actualmente hay en el aire, los océanos y el resto de la tierra combinados. Es difícil calcular las consecuencias que causaría la liberación de tal cantidad de mercurio en el medio ambiente. Cabe mencionar que el mercurio es un metal altamente tóxico tanto para los humanos como para los animales y peces, y sus efectos son dañinos en el cerebro, los riñones y los pulmones. El envenenamiento por este metal puede causar enfermedades como la acrodinia, el síndrome de Hunter-Russell y la enfermedad de Minamata. La fauna del Ártico es única y particular, contiene muchas especies que no se encuentran en otros territorios o que habitan en muy escasos lugares, muchas de ellas no habitan ni en la misma Antártida. Este es el hábitat de animales extraordinarios y únicos como el oso polar, el zorro ártico, el lobo ártico, la liebre ártica, el búho nival, la beluga y el narval.
La desaparición del Ártico causaría su extinción. Detener o atenuar el deshielo del Ártico es una tarea casi imposible de lograr; es muy difícil idear una solución que dé resultado. Una empresa sin fines de lucro basada en California, Arctic Ice Proyect, propone una idea extraña. Quiere esparcir una capa de vidrio molido sobre el hielo para que los rayos del sol reboten en vez de penetrar en el hielo. La idea suena descabellada, pero puede ser la única salvación para el gigante blanco, ya que no se han ideado otros métodos todavía. De todas formas, todos podemos colaborar poniendo nuestro grano de arena para impedir que se derrita esta gran masa de hielo. Debemos hacer un llamado a la acción para limitar el uso de productos que generan contaminantes como combustibles fósiles, carbono negro, metano y ozono troposférico. Es difícil modificar nuestros hábitos, pero depende de cada uno decidir si quiere comprometerse a entregarles un planeta más sano a nuestros descendientes. Sería catastrófico para el planeta perder este territorio que ha existido desde antes de la aparición del hombre y que presenta paisajes únicos y maravillosos. Es imprescindible que se busque una solución rápida a este problema, ya que los días del Ártico están contados.