Le dicen “la ciudad de la eterna primavera”, “la ciudad de las flores” y se asemeja a cualquier ciudad europea. Todos sus nombres le quedan pequeños, ya que ninguno le hace justicia. El aroma a café, sus calles, el arte, sus colinas y su cultura paisa entremezclada con una metrópoli hacen de esta urbe un destino único.
Medellín y sus flores
El clima de Medellín, sus colinas y sus espacios montañosos dieron lugar a una de las tradiciones más lindas de América Latina: la feria de las flores, que tiene un reconocimiento internacional ya que en ningún otro lugar del mundo se ven semejantes variedades de flores y estilos de silletas.
Este pilar de la cultura paisa tuvo su origen en 1957, cuando de las colinas bajaban los famosos silleteros (hombres cargando unas pequeñas sillas en sus hombros colmadas de flores) para vender en el mercado. Se dice que un señor los vio un día que no habían conseguido vender nada y les sugirió hacer un desfile. Hoy en día, en agosto, se celebra la procesión de flores más grande del mundo, esperada por todos los habitantes de la zona e incluso de toda Colombia.
Los silleteros bajan de sus fincas del distrito de Santa Elena con silletas convertidas en obras de arte. Hay ocho categorías y suelen ser más de quinientas personas compitiendo, entre adultos y niños, pues esta tradición se pasa de generación en generación.
Pero no hace falta llegar en agosto para vivir esta experiencia, diariamente se hacen tours a distintas fincas donde todo el año se preparan para este gran evento; es posible caminar entre los jardines repletos de flores de diversos colores y formas, y charlar con sus protagonistas, quienes orgullosamente conversarán con los visitantes sobre su jardín y sus silletas, pero ¡atención!, no hay que contárselo a ningún vecino, porque cada silleta es una obra de arte única y hasta el día del desfile nadie expone su idea.
Don José Zapata, silletero desde pequeño, hijo y nieto de silleteros, nos abrió su finca de par en par para que lo entrevistemos. Se le llenaba el corazón de orgullo al compartirnos qué sentía al ser parte del desfile… “Lo que se siente en ese día cuando todos te saludan es indescriptible. Y la noche anterior, mi casa se llena de personas que vienen a ver cómo preparo mi silleta, mientras cantan y me alientan. Es un orgullo ser un silletero, es un orgullo ser de Antioquia. Porque cuando pasa un silletero, es Antioquia la que pasa”.
La Comuna 13, un ejemplo de resiliencia
La Comuna 13 de Medellín se ha vuelto uno de los lugares más visitados de la ciudad en los últimos tiempos. El famoso Graffiti Tour es la mejor puerta de entrada para conocer a fondo la historia de esta comuna. A lo largo de los años, ha pasado de ser el lugar más peligroso de Colombia a uno de los más turísticos.
En el 2002 hubo dos operaciones muy violentas, Orión y Mariscal, con el objetivo de reordenar el barrio, que causaron una fuerte revuelta entre la policía local y los grupos delincuentes. Poco a poco, la relación directa que había entre la violencia y la Comuna 13 fue quedando atrás gracias a los esfuerzos de la misma comunidad, que reemplazó el terror por el arte.
Actualmente se ha convertido en un sitio turístico de gran importancia de Medellín y del país, y en una de las cunas del arte más importante de Latinoamérica.
Al visitar la comuna, lo primero que llamará la atención será una de las cosas que hizo la Alcaldía para cambiar rotundamente el distrito: las escaleras mecánicas entre los callejones de las colinas que facilitan los accesos. Estas son públicas y gratuitas. Reemplazaron 350 escalones de concreto, beneficiando a más de doce mil ciudadanos y turistas, y sin duda cambiaron el lugar al ciento por ciento. Hoy en día, ascender por ellas es parte del tour de la zona.
En paralelo a la construcción de las escaleras, los jóvenes artistas de la comuna transformaron lo que eran casas humildes en pequeñas casas de arte con increíbles murales.
Así, la Comuna 13 se convirtió en uno de los principales atractivos turísticos de Medellín, sobre todo para quienes se acercan en busca de arte emergente. Gente de todo el mundo se aproxima a comprar cuadros y esculturas de arte contemporáneo.
También sus callejuelas son cuna del hip-hop y de la improvisación, que surgieron con la necesidad de los jóvenes por expresarse, y hoy en día sus grupos callejeros son escuchados por gente de todo el mundo.